Frases como “esta noche me apetece manta y Netflix”,
“pizza y Netflix”, “vino y Netflix” o todos a la vez forman parte de nuestro
vocabulario gracias a la
irrupción de esta plataforma que en menos de una década ha
transformado nuestra manera de consumir contenido streaming. Las consecuencias
para la televisión por cable están siendo nefastas ya que, según datos ofrecidos por Forbes,
la mitad de los estadounidenses con edades comprendidas entre 22 y 45 años no
vieron nada de cable a través de la pequeña pantalla. En los últimos 10
años, 35 millones de hogares cancelaron
sus subscripciones.
El impacto que Netflix ha tenido contra el orden establecido de la
consumición de contenido ha sido total y hasta ahora le está ganado la batalla
a otras plataformas similares como Hulu (del
que Disney posee un 60 por ciento) o canales de televisión como HBO, que también ofrecen sus
series en streaming. Además, Netflix absorbe los beneficios en bolsa que el
cable está perdiendo con unas cifras estratosféricas del8.300% de ganancias desde 2009,
unos números que incluso superan los alcanzados por Amazon.
Todo parece ir viento en popa para Netflix con un
concepto en el que lo que realmente importa es ofrecer contenido original,
exclusivo, por encima de todo. El cuándo se consuma dicho contenido es algo que
ya no decide la programación, sino el propio consumidor. La fórmula parece infalible cuando
no había grandes competidores en el horizonte, sin embargo, no todo lo que
brilla es oro. Por un lado, Disney está a punto
de protagonizar una ofensiva para contrarrestar -y quién
sabe si superar- el éxito de Netflix. Por el otro, la deuda del gigante del
streaming es enorme con el fin de cumplir con las expectativas de generar
contenido exclusivo.
La compañía se gastó 12 mil millones de
dólares en el desarrollo de contenido original en 2018,
eso supone un incremento del 88 por ciento de
la producción del año anterior. Este año podría llegar incluso a los 15 mil millones en una fiebre por la
inversión que supera la de cualquier canal por cable. El
nivel de la deuda para sostener toda esta programación de series, películas y
todo tipo de shows es altísimo, con un déficit de 10.4 mil millones de dólares,
lo que según Forbes supone un 59 por ciento
más que lo que la compañía debía el año pasado. A esto se le
suma la competición que se avecina con el gigante dormido de Disney, que piensa
dar un golpe en la mesa en el contenido streaming.
El imperio ancestral de The Walt Disney Company amenaza
a la joven superpotencia con una contraofensiva de consecuencias por ahora
incalculables. Solo en parques temáticos repartidos en ciudades clave del mundo
generan 160 millones de dólares y, aunque sufrieron el efecto Netflix con
la estampida de los usuarios de las plataformas de cable (una tercera parte de
sus ingresos provienen de ahí, con ESPN y ABC News como
canales estrella en decadencia), en la compañía de Micky Mouse llevan años
preparando una estrategia que lanzarán al público en seis meses: Disney+.
Las diferencias con Netflix podrían ser clave para desbancar el orden
actual. Por un lado, será seis dólares más barato, y por el otro, ofrecerá un
contenido original que ya no se verá en
Netflix par ofrecerlo en exclusiva dentro de su propia plataforma.
Durante años, los ejecutivos de Disney se tiraban de los pelos ante una
realidad que les dejaba en muy mal lugar: ofrecer un contenido adorado por las
mesas en otro medio. Esto se acabará en menos de 175 días.
Atención a los títulos que Disney tiene en el
bolsillo: Marvel, Pixar
Animations, Star Wars, ESPN, National Geographic, Modern Family, The Simpsons,
sus personajes clásicos, películas que están entre las mejor vendidas y más
taquilleras de los últimos tiempos con Avengers Infinity War, Back Panther, Incredibles 2, Toy Story, Frozen,
Bohemian Rhapsody… en los últimos seis años han promediado
unos ingresos de 1.2 mil millones de dólares en taquilla. Si la única manera de
ver estos títulos es a través de la gran pantalla y de Disney+ y los precios
son competitivos ($6.99 al mes), la situación se complicaría mucho para un
Netflix cuyo modelo se antoja
insostenible. A no ser que se aprieten el cinturón, jueguen
sobre seguro y/o tengan un as bajo la manga.
Mientras unos experimentan con costosos shows que están teniendo más o
menos éxito, los otros ya cuentan con un
contenido top sobradamente demostrado que gustan muchísimo
a los consumidores. El campo de batalla está abierto y está por ver de qué
manera hará frente Netflix a
la pérdida de los productos Disney,
a la potencial de millones de suscriptores y a la de grandes cantidades de
dinero.